jueves, 23 de febrero de 2012

Bitacoramaldito y el misterio de las bolas de acero.

Buenos días, niños y niñas, hoy vamos a adentrarnos en el mundo de la aventura y la investigación y vamos a descubrir un misterio: el misterio de las bolas de acero.

Os pongo al día: la noche del martes 21 de Febrero, varios centenares de personas se manifestaron frente a la sede del PP, en la calle Génova. Durante una hora estuvieron gritando y protestando, de forma pacífica. Las fuerzas de seguridad del Estado estaban allí para evitar cualquier tipo de incidente. Cuando ya llevaban allí largo rato, decidieron moverse y dirigirse a otro lugar, y yo (que soy desconfiada hasta la médula) decidí quedarme allí un rato más e irme de las últimas, por si podía armarse alguna bronca. Cuando los últimos rezagados de la manifestación decidieron irse y dejar a nuestros amados osos amorosos de la UIP, miré y todo estaba correcto, asi que me marché. Era de noche y hacía frío, así que cogí un autobús y me fui a casa.

Bien, ya sabemos lo que ocurrió esa noche, ahora viene el misterio. Al día siguiente cuando llegué al trabajo, me dispuse a leer el periódico, como cada mañana. Y cual fue mi sorpresa al ver una imagen nocturna de la manifestació en la calle Génova, y junto a esta, una imagen diurna de una bola de acero. Bien, yo no soy periodista, ni he trabajado nunca en un periódico, pero tengo ojos y se a qué hora más o menos sale el sol.

Si esa bola de acero estaba en el lugar de los hechos por la noche y le hubieran hecho una foto para que saliera en el periódico del día siguiente, la foto sería nocturna. Pero no, era hecha a plena luz del día. El periódico llega a mi trabajo a las 7 de la mañana, cuando apenas ha salido el sol. ¿Cómo es eso posible? Desconozco las nuevas técnicas de fotografía moderna, pero está claro que eso era o photoshop o imagen de archivo. Ay, creo que alguien en la redacción del ABC hizo las prácticas en La Razón.

Pero esto no acaba aquí, amigos. Cuando yo me marché de allí, dejando a un grupo de agentes de la UIP tristes y desamparados y llorando por nuestra marcha, la luna frontal de la sede del PP estaba intacta. Y más limpia que una patena, he de decir. Y hoy, con toda la pena y el dolor de mi corazón, miro el periódico y veo otra foto DIURNA de esa luna frontal toda rota. Ay, si les dio tiempo a hacer una foto de la bola de acero a plena luz del día antes de que el periódico saliera, ¿cómo no ponen esa foto, que DEBERÍA haberse hecho en el mismo momento, que es mucho más impactante? Para hacernos sufrir por el estado del edificio, la sacan en la prensa de hoy.

Realmente estoy consternada por este misterio. O eso, o realmente los redactores de algunos periódicos nos toman por gilipollas. No les culpo, el programa de TV más visto es Salvame.

Bit.

martes, 21 de febrero de 2012

Si tienes un hijo subnormal...

Eurocopa, Plaza de Colón, y todos a una voz cantando aquello de "Si tienes un hijo subnormal, si tienes un hijo subnormal...no le trates mal, no le trates mal, hazle policía nacionaaaaaaaal". En aquellos momentos eso me parecía sólo una broma, una canción jocosa como la de Franco y el culo blanco, algo que cantábamos sin saber. Hoy en día, recuerdo todo eso, y me da pena. Mucha pena.

Niños y niñas, sí, voy a hablar de Valencia. Un grupo de estudiantes de un instituto público, hartos de no tener calefacción en clase, han decidido salir a la calle a manifestarse. Han decidido dejar de tragar y rebelarse, para que se les escuche, para que dejen de robarnos A TODOS. Porque sí, queridos amiguitos, nos han robado a TODOS. ¿Y qué hace la delegada de gobierno de turno? Sacar a los perros policía (los caninos no, esos son honorables) de dos patitas y hala, a repartir hostias contra estudiantes menores, padres, profesores y POLÍTICOS.

Después de ese ejercicio de vergüenza nacional, aquí no hay responsables. ¡¡Esto es España!! Aquí nunca hay responsables de nada. Los responsables de todo esto son los menores que lo único que han hecho es salir a la calle a exigir sus derechos. ¿Tenéis frío? Muy bien, sacamos a nuestros perros y que os calienten a hostias correteando por las calles de Valencia. Y asunto arreglado. Pues no, DIMISIÓN.  Eso es lo que vamos a exigir, que los responsables den la cara de una puta vez y dimitan para que otros más competentes y preparados se hagan cargo de la situación.

No es moral, ni legal, ya que nos ponemos, que los heridos de las cargas policiales sean llevados a un hospital para ser atendidos y la propia policía les haga darles los informes. Y donde antes teníamos 20 heridos ¡PLAS!, ahora tenemos 5 leves. Eso sí, 9 policías heridos. Se ve que no dieron suficientes porrazos y luego se liaron a palos entre ellos, porque de verdad que no lo entiendo.

Este tipo de cosas me hacen dejar de creer en los valores. Me siento engañada por un gobierno al que no he votado, que a parte de habernos robado durante 15 años (unos y otros, me da igual, son todos lo mismo), ahora aporrean a jóvenes y a mayores por igual por protestar. Por hacer uso de un derecho. Por obligar a un gobierno "democrático" a que se ponga las pilas, a que haga reformas y a que escuche al pueblo que lo ha puesto donde está. Porque yo tengo derechos y obligaciones, y ellos también. Pero sólo se nos explota a nosotros, poble clase trabajadora que nos mantiene y si se les ocurre abrir la boca para protestar, ZAS, policías a la calle y todo el mundo de vuelta calentito a su casa.

Estoy harta de ver cada día esas imágenes. Y más harta aún de los medios de comunicación que tergiversan las cosas porque es lo que conviene, porque es malo que la gente en sus casas vea lo que pasa en la calle. Y estoy HASTA LOS COJONES de la gente que vive tan bien que no les conviene quitarse la venda de los ojos. Que no ven que nos roban a todos por igual. Que no ven que el día de mañana, esos pueden ser sus hijos. Harta de un gobierno represor y de una sociedad que lo permite.

Bit.

viernes, 10 de febrero de 2012

Lo que no te mata, te hace más fuerte.

Hay días en los que, aunque no quieras, es inevitable no recordar. Y algunos recuerdos son demasiado dolorosos como para borrarlos, sólo puedes desterrarlos a un rincón de tu mente y de tu corazón. Pero consiguen salir de ahí de vez en cuando, se escapan de tu control y te recorren retorciendo tus entrañas.

Vuelves a sentir el amargo sabor del miedo, la soledad y la vulnerabilidad de tu cuerpo. Te ves como te veías antes, como una sombra de ti misma, un corazón frágil, como el cristal duro y frío que amenaza con explotar en mil pedazos. Tus manos  tiemblan, en tu cabeza se vuelven a formar las mismas imágenes, los mismos rostros.

Recuerdas la apatía de los primeros días, en los que sólo buscabas la protección bajo las mantas; días en los que el mundo era algo ajeno, una parte molesta de esto que llamamos vida. Te mirabas al espejo y tus ojos se veían apagados, siempre rojos por las lágrimas, sin ápice de esa vitalidad que tenían. Tu cara era blanca como la leche, los pómulos marcados y los labios cortados. Y te decías que no, que eso se había acabado, que al día siguiente volverías a ser tú. Pero la mañana llegaba, y con ella el miedo de enfrentarte con el mundo. Tus sábanas no te parecían tan mal lugar para sobrevivir, y seguías aplazando todo. El mundo te parecía cruel e injusto y en tu cabeza siempre se formulaba la misma pregunta: ¿quién tiene el derecho de joderle a nadie la vida? Y te atormentaban los recuerdos y llorabas de rabia, de frustración ante la injusticia, de dolor e impotencia. Jurabas y perjurabas, pero no te atrevías a levantar el puño contra nadie. La cama era tu mejor solución. Hasta el día que dejó de serlo, hasta el día que de verdad juraste que jamás le darías la satisfacción a nadie de que te vieran así. Hasta el día en el que te levantaste temprano y te metiste en la ducha, comiste y cenaste acompañada y a la hora que debías. Hasta el primer día en que saliste a la calle. Todo te parecía extraño, mirabas a la gente de otra manera y desconfiabas hasta de ti misma. Pero pudiste, y lo que no te mata, te hace más fuerte.

A veces revives esos momentos en la vida de otras personas, y sientes su dolor como el tuyo. Pero eres fuerte, ya has pasado por eso y comprendes la situación. Y lo único que puedes hacer por aliviar el dolor ajeno es poner el hombro y dejar que lloren sobre él.

No preguntes por qué lo he hecho. Esto va por ti. Y por mi.

Hay cosas que nunca se superan, sólo se aprende a vivir con ellas.

Bit.