domingo, 13 de febrero de 2011

Crónica de un viaje etílico.

Ya estoy de vuelta de mis pequeñas vacaciones. Por desgracia. Ha sido un fin de semana bastante bueno a la par que surrealista.

He de decir que me he sentido una auténtica paleta. Sí, el metro me enamoró completamente, soy así de simple. Mi mayor empeño era conseguir un plano, y me he vuelto sin él, pero bueno, volveré. El viernes aparecí en Barcelona, medio zombi después de no haber dormido nada y fui a recoger a una amiga. Estuvimos como hora y media hasta encontrar un sitio decente para comer, paseo por el centro, alguna visita cultural y de birreo en una terracita. Para el hotel y cenar en Marina. Los cojones. Hora y media andando por un polígono industrial desolado, una vieja intentando robar un coche y todo llenos de "Bar Manolo". Yo muerta de frío, de miedo, con un hambre horrible y único objetivo: encontrar un PUTO Caja Madrid. Porque sí, en toda la puta cuidad sólo logré encontrar UNO y era junto a mi hotel. Al fin encontramos un sitio para cenar, tuvimos una conversación realmente interesante sobre las olivas y las aceitunas, y para la zona de bares. Recogemos al little bro y tiramos para un sitio, estamos un ratito y de vuelta, que yo estaba destrozada. Llego y me llaman, que vaya a no se dónde. Los cojones otra vez. Caigo en la cama y entro en un coma profundo.

A eso de las 8 de la mañana oigo que alguien trastea la cerradura y no tengo cojones de levantarme, ni siquiera de abrir un ojo a ver quién era. Me la pela y sigo durmiendo hasta que ALGUIEN decide que la puerta de mi habitación es buen sitio para montar un debate. Y ahí estoy yo, agonizando, suplicando que se callen de una jodida vez porque quiero, NECESITO dormir. Alargo el momento hasta las 3, escribo a mi amiga y quedamos. Me pierdo en el metro (qué raro) pero finalmente nos encontramos. Salimos del metro, nos asalta un borracho y yo chillo. Así, en mitad de Ramblas. Llegamos a la puerta del KFC y nos encontramos con ALGO que parecen seres humanos vestidos de forma rara. Comemos y vamos de tiendas, hasta que a eso de las 5 nos topamos con un sitio, entramos y...en fin, empieza el declive. Empezamos a beber, beber, beber...y beber. Comienza a llegar gente, hacemos amistad con los chavales de la mesa de al lado y seguimos bebiendo. A eso de las 11 deberíamos haber estado en Marina, pero eran las 12:30 y seguíamos allí. Salgo a buscar a un amigo y cuando quiero volver a entrar, atención:

Portero: DNI, por favor.
Bit: Emmm...(me miro) no llevo bolso. Mi bolso y mi birra están dentro...
Portero 2: Es verdad, la he visto salir.
Portero: Pasa...

Vuelvo a entrar, me acabo la birra y digo de ir saliendo...salgo, estoy allí con unos amigos y los que faltan no salen, asique vuelvo a entrar.

Portero: Ahora sí llevas DNI, ¿no?
Bit: Pues...sí, llevo bolso, ¿me vas a hacer sacarlo?
Portero: Sí.
Bit: Joder, anda que no dais el coñazo...(saco el DNI) ¿puedo?
Portero: Mmmmm M***a, pasa.

Ahí ya me desorino viva. Me parece patético que el tío me pidiera el DNI sólo para saber mi nombre. Joder, estaba bueno, si me lo hubiera preguntado se lo hubiera dicho. Entro y recupero al resto del grupo, salimos ya con una tajada importante y vamos para el metro. De esta parte no me acuerdo muy bien, solo se que hablábamos de culos. Y me han dicho que casi me caigo. La verdad recuerdo una discusión sobre líneas de metro, pero poco más hasta que nos teletransportamos hasta el otro lado. Más birra, mi queridísima amiga con una moña encima peor que la mía, conseguí subir una foto al caralibro y mi little bro me demostró ser malísimo jugando al futbolín. A partir de ahí las lagunas son aun mayores, nos fuimos, volvimos, nos volvimos a ir, tocamientos de pechos y estudios sociológicos varios y poco más. La verdad es que no me acuerdo muy bien, solo se que me lo pasé teta (y esa noche nunca mejor dicho) y que acabamos pillando un taxi para volver. Llegamos al hotel, nos vamos a meter en la cama y mi querida se olvida coger el móvil. Se va a levantar y ¡PLAS!, hostión al canto. A mi me da el ataque de risa al verla moverse a cuatro patas, casi me muero en ese momento. Caimos en la cama y en coma, y hasta hoy. La pobre acabó mal, taxi y para casa y yo para el aeropuerto, con una depresión terrible. He de decir que esta mañana aún estaba borracha cuando desperté. No vuelvo a pasar 12 horas bebiendo sin haber cenado, he dicho.

Poco más, quiero, necesito volver pronto. Ha sido genial, y ahora estoy profundamente deprimida pensando que encima mañana tendré que ir a trabajar y apenas me sostengo en pie. Necesito otras vacaciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario