sábado, 4 de agosto de 2012

Te quiero, herr.

Lo sé, prometí hablar de mi viaje a Londres. Lo sé, no lo he hecho. Pero como compensación, lo haré de manera diferente.

En Londres hay dos personitas muy especiales para mi. Las dos están lejos de casa, con ese tiempo infernal y deprimente, con coches que van al revés y con paquetes de tabaco a 7 libras. Pero deben estar allí porque aquí no encuentran trabajo.

Una de ellas, Bob, es una puta oveja descarriada, capaz de adaptarse a cualquier cosa, y con una sonrisa y una mala follá capaz de iluminar tres campos de fútbol.

Pero la otra, mundialmente conocida como "herr", es una persona de bondad infinita que echa mucho de menos su hogar. Lo siento, Bob, hoy voy a hablar de herr.

Herr es la persona más buena que he conocido en la vida. En serio, es buena buena buena, tan buena que a veces parece tonta. Herr lo está pasando mal, está lejos de casa, y aunque tiene a Bob allí, otro pilar fundamental ha vuelto a España y ella está triste. Trabaja sin cesar, nunca dice que no cuando le pides algo de corazón, y es una fiestera de cuidado. Intenta sonreirte siempre, aunque esté a punto de echarse a llorar.

Herr ha renunciado a la comodidad de su cama cuando el valenciano y yo irrumpimos en su casita un frío día de verano (sí, sí, os lo juro, FRÍO DÍA DE VERANO, como os lo cuento) y estuvo pendiente en todo momento de que no nos faltara de nada. Herr es una persona increíble, y por supuesto, la sonrisa más bonita que vais a ver en vuestra vida.

Herr, sé que te encanta mi blog, y sé que ahora mismo estás mal, por eso escribo esto, una tarde de sábado después de una buena siesta y de merendar un gofre. Quiero compartir contigo otra vez estas tardes de sábado, quiero invitarte a cenar, y luego demostrar que soy la mayor bebedora de cerveza de la familia. Quiero que me hagas trenzas, y reirnos hasta casi mearnos encima. Quiero que vuelvas por tu cumpleaños, salir de compras y acabar de bares.

Herr, quiero que sepas que, esté donde esté, siempre voy a estar ahí para ti, y que mi casa siempre será tu casa, y que si tenemos que echar al valenciano de la cama para dormir juntas, ni lo dudo.

Herr, quiero que sepas que te quiero, de manera incondicional, de manera que sólo dos hermanas pueden quererse y apoyarse.

Nos vemos en septiembre.

Bit.

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