miércoles, 20 de julio de 2011

Sueños (V)

Se despertó temprano. Se levantó después de remolonear un rato y se miró al espejo. Sin sonrisas, sin esperanzas. Comenzó con su rutina un día más. La rutina era ya una vieja amiga, le reconfortaba, le ayudaba a seguir adelante. Sin sorpresas.

A menudo le preguntaban que qué le pasaba. "Niña, cambia la cara, que parece que estás mal guisada" le decía su abuelo. Pero ella simplemente le miraba con esos ojos ambarinos y seguía a lo suyo. Una autómata de la vida, superviviente en su existencia. No sentía, no se lo permitía. Era frágil, débil, quebradiza. No podía sentir, ni añorar, ni amar sin exponerse a la dureza de sus propias emociones. Se conformaba simplemente con eso, con exisitir.

Tenía una vida normal, un trabajo, una familia, unos amigos. Todo iba bien, todo seguía un orden y eso reconfortaba su corazón. "Sin sorpresas" se repetía continuamente. Pero aquel día todo cambió. De repente quiso sentir. Anhelaba saber qué era ser querida y a su vez querer. Su corazón se rebeló, su alma puso en jaque mate a su cabeza y a todo lo que ella, con tanto esfuerzo, había establecido en su vida. "Soy frágil, no puedo permitírmelo" se dijo. Pero el deseo era más fuerte, el ansia la empujaba como un potente huracán.

Y aquella noche allí estaba ella, sentada en las escaleras a punto de romper a llorar. Un torbellino de emociones se había adueñado de su delicado corazón, la cabeza le daba vueltas y todo lo que sentía era tan intenso que hasta se sintió mareada. Intentaba analizar la situación, cada confuso sentimiento que la embargaba y le oprimía por dentro. Deseo, rabia, pasión, celos, amor. Rompió a llorar, las lágrimas brotaban solas, directamente desde el alma. Frustración, anhelos, sueños que casi sentía que podía tocar. Todo estaba allí, frente a ella. Había estado ahí desde siempre, pero la caja había permanecido cerrada bajo llave. Ahora volaban a su alrededor, revoloteando como mariposas de colores. Tan dulces y a la vez amargos. Deseaba tocarlos y a la vez temía hacerlos.

Se secó las lágrimas como pudo y miró a su alrededor. Y le vió. Apoyado junto a un árbol cercano, a oscuras, observándola en silencio. Ella pestañeó sin creer aún que aquello fuera real. Las lágrimas apenas le dejaban ver bien aquella silueta, estaba borroso y se sentía confusa. Él se acercó a ella y sin decir nada se sentó a su lado. Y la besó. Un beso suave, tierno, dulce. Besó sus mejillas y su frente, sus labios y sus manos. Y se abrazaron.

Abrió los ojos y volvía a estar sola. Todo había sido producto de su imaginación, nada había sido real. Ni su presencia, ni sus besos, ni siquiera su abrazo protector. Lloró, lloró amargamente. Se golpeó las piernas con las manos, se odió por dejarse llevar, por ser tan estúpida. Se sentía pequeña, hundida, desamparada. La noche se hizo dia y el día noche. Y jamás, jamás volvió a permitirse volver a cometer aquel error. Jamás volvió a sentir.

Bit.

1 comentario:

  1. No sé si te veo frágil, confusa, o rencorosa, pero en cualquier caso te comía el chocho

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