jueves, 23 de diciembre de 2010

Diario de una dependienta en apuros (II)

¡Vamos, vamos, que estamos que lo tiramos! Pues sí, estas fechas dan para mucho, la verdad. Aunque haya  mucho trabajo y sea estresante, mis días son la mar de divertidos. Es un mal año, pocas compras y mucha gente quejándose de la crisis [Mensaje subliminal: COMPRAD, COMPRAD, ¡COMPRAD!], pero como digo, pasan muchas cosas divertidas.

Llego a la tienda blasfemando (como de costumbre) por la puta lluvia. Miro por el escaparate y pienso que será un día de mierda, pues nadie en su sano juicio sale de compras con la que estaba cayendo, y con la que iba a caer. Pongo la tele, con la esperanza de no volver a trabajar en lo que me queda de vida (joder, es que pensar que tengo que cotizar 45 - o 47 -  años más, quita la ilusión a cualquiera), pero nada, no me toca la lotería. En esto estaba pensando yo, cuando voy a cobrar a un señor que me dice alegremente:

- Hoy he salido de compras, y hace un rato me he dado cuenta que se me han perdido 500 euros. No sé, se me habrán caido o algo, pero vamos, que ya me he hecho a la idea de que los he perdido, da igual.

El tío lo ha soltado tan tranquilo, como el que pierde el bonobus. ¡¡Pero serás mamón, hijoputa!! Se me ha debido quedar una cara de gilipollas alucinante. En serio, llevo todo el día dándole vueltas al tema y no consigo entenderlo. ¡¡Que son 500 euros!! ¡¡Que es más de la mitad de mi sueldo!! Ahí me he cagado en su puta madre, la mía y el Cristo cagando, de verdad.

La tarde ha sido más entretenida, hemos tenido hora y media de frenética actividad, atendiendo, cobrando y envolviendo regalos. El mostrador parecía el del Corte Inglés en plena campaña de libros de texto: muchísima gente, la mitad retrasada mental y la otra mitad con una mala hostia que pa qué. A puntito he estado de morderle un ojo a una GILIPOLLAS. A parte de mirarme con aires de superioridad y cara de mala hostia, que se pensaba que yo era su criada o algo, la tía era bastante maleducada. Y yo con mi sonrisa profident, por dentro ciscándome en sus vivos y sus muertos. Pero bueno, luego un cigarrito pal pecho por el trabajo bien hecho.

Y celebraciones de todo tipo al llegar a casa. Mamá, muchas felicidades. Adoro la Navidad, qué bonito todo, hoygan.

Bit.

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