domingo, 16 de enero de 2011

Y sin embargo...te quiero.

Ayer, por primera vez, fui consciente de que ya no estabas. Siempre habías estado ahí, aunque yo no quisiera, aunque estuviéramos enfadados. Pero estabas ahí, podía sentirte, podía olerte, aunque no tocarte. Ayer me di cuenta de que todo eso había cambiado. No sentía tu brazo protector sobre mi cintura, no sentía tu aroma. Fui incapaz de cerrar los ojos y sentirte tan cerca de mi como siempre. Simplemente, ya no estabas. Lloré, pataleé y grité tu nombre. ¿Por qué? Sabes que te necesito, que te añoro, que te deseo por encima de todo. Sabes que por ti hubiera dejado todo atrás, pero también sabes que no puedo hacerlo sola. Te fuiste, yo te pedí que lo hicieras, y ya no hay vuelta atrás.

Sonrío amargamente mirando tus fotos. Leo tus notas. ¿Sabes? Llevo puesta aquella pulsera que me regalaste, esa que me había quitado hace tiempo. Sé que tú tambien la llevas puesta, eso me hace sentirme más cerca de ti. Te quiero, no puedo ni quiero evitarlo. Has sido mi todo y a la vez mi nada. No podías darme todo lo que yo te pedía, ni yo podía ofrecerte aquello que deseabas. Me consuelo diciéndome que no era nuestro momento, que volveremos a encontrarnos y todo será diferente.

Hoy me he dado cuenta de que nunca te he dejado de querer. He cerrado los ojos y me he visto sonriente, tumbada a tu lado acariciándote el pecho mientras duermes. Te prometí regalarte una última noche, pero no puedo. No quiero que sea la última, no quiero una despedida. Te quiero, y no puedo evitarlo.

Bit.

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